Riña de gatos



Con este primer post empezamos cada semana a presentar un libro de nuestra librería, para celebrar hablaremos de un autor español, Mendoza y su último libro Riña de gatos que ahora ha salido en formato económico. También si quieres visitar nuestra librería cómodamente desde casa la podéis encontrar en esta página http://www.anobii.com/ubikcafe/books, y para estar siempre informado con nuestras actividades apuntar el mail aquí al lado derecho.

Buena Lectura!!






En un momento en donde la violencia y la agresividad están a la orden del día, Eduardo Mendoza (Barcelona, 1943) muestra que las peleas, confusiones y revueltas siempre han estado presentes. Así, en Riña de gatos nos trasporta a Madrid durante la primavera de 1936. Su nuevo trabajo ha levantado más expectación que nunca; ya que ha sido el ganador del Premio Planeta 2010. Para muchos lectores, Eduardo Mendoza es probablemente el mejor escritor español que actualmente está en activo. Su trabajo ha sido ampliamente reconocido, obteniendo numerosos premios como el de Crítica por La verdad sobre el caso Sabolta, el Pluma de Plata por El asombroso viaje de Pomponio Flato o su tan aclamada Ciudad de los prodigios por la que recibió el Premio al Mejor Libro del Año (Revista "Lire" -Francia-). En Riña de gatos, Mendoza cambia el escenario habitual de sus novelas pasando de la Barcelona de la primera mitad del siglo XX a un Madrid agitado y efervescente...símbolo de la anormalidad política que se vivía en España. En la novela tienen un peso importante los sucesos sociales y políticos aunque también refleja el corte paródico y policíaco con el que siempre ha obtenido brillantes resultados. La obra se abre de modo epistolar con una carta del británico Anthony Whitelands, el protagonista. Según el propio Mendoza, es “un inglés despistado”, un especialista en pintura española que llega a Madrid en la primavera de 1936 para identificar un posible cuadro desconocido de Velázquez. Una trama intrigante y disparatada que alterna enredos amorosos, espionaje, conspiración y diversos equívocos que suceden poco antes del estallido de la Guerra Civil. Whitelands es un tipo en permanente estado de perplejidad e inmaduro. No sólo está en contacto con algunos de los dirigentes de la conspiración contra la República, también se acerca a ambientes de miseria, completando así el retrato de la sociedad de aquella época. Como bien explica Eduardo Mendoza, el protagonista es “un personaje muy mentado, pero poco estudiado” cuya identidad misteriosa deberán ir averiguando los lectores. Su objetivo consiste en realizar la tasa de unos cuadros para una aristocrática familia con el fin de vender uno de ellos en el extranjero y disponer así de dinero por si necesitará escapar cuando la situación del país desemboque en guerra.

El aire desenfado del relato no empaña las fuentes y documentación que el autor catalán maneja a la perfección, recurriendo a elementos folletinescos y cómicos. El esquema del relato es el de una novela de intriga disparatada, entrecruzando esta línea principal con una comedia de amores también burlesca. El planteamiento del narrador es impecable, omnisciente (a veces le podríamos incluso identificar con el propio autor), distanciado de los hechos que narra - no es casual que el protagonista sea extranjero-  y libre de toda intención reivindicativa. Los personajes son bastante maniqueos y, en su mayoría, extravagantes. Entran en escena acumulando anécdotas pintorescas y curiosas que contribuyen a crear una mirada escéptica y compasiva. Respecto a los personajes históricos, cabe destacar que están perfectamente caracterizados: Azaña, los generales Franco y Mola o José Antonio Primo de Rivera. Todos ellos, tienen gran protagonismo en la trama.
Riña de gatos es una novela histórica a la par que política que combina intriga, amor y aventura de una manera ágil, irónica y ligera. La confusión y la violencia del período queda perfectamente descrita en los diálogos. Todo ello, gracias a las excepcionales dotes narrativas de Eduardo Mendoza con las que logra unir la gravedad de los sucesos con la presencia sutil de su conocido sentido del humor. Un libro muy en su línea y fiel a su estilo en donde la ficción se nutre de la fantasía y, el humor, la amenidad y la intrascendencia son aparentes desde el primer momento. De tal actitud surge esta nueva Ciudad de los prodigios que, aunque es una buena novela, no llega a ser tan ambiciosa ni plena como su predecesora barcelonesa.

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